Acabamos de regresar de nuestras vacaciones de verano. Esta ha sido, por las siguientes razones, una de las mejores vacaciones de mi vida.
Primero, mi marido y yo nos fuimos bien preparados. Los viajes a visitar a la familia siempre son complicados; porque las familias somos complicadas, eso no necesita mas explicación. Pero esta vez, las habíamos conversado y, por suerte, entendido bien: como las familias somos complicadas, para este viaje, C y yo planeamos estar en todo momento del lado de la nuestra, tratando al menos de no ponernos defensivos entre él y yo.
Para eso, se necesita pasar tiempo juntos, pero no revueltos; como lo leerán a continuación.
Uno de los inconvenientes de vivir lejos de la familia, es que cuando uno se encuentra con ellos, se encuentra intensamente. Me explico: si mi marido y yo viviéramos donde viven nuestros padres, lo mas seguro es que les haríamos visitas de una mañana o de una tarde; como mucho, de un día completo. Pero cuando uno vive lejos, se queda. Y ya se sabe que cada familia tiene sus costumbres y sus pensamientos, y ponerlos a convivir día y noche, noche y día, es complicado.
Por lo tanto, esta vez planeamos estar solo un par de días en la casa de mis suegros y luego alquilar una casa en la playa, para pasar allí un tiempo. Lo cual resultó divinamente; porque por primera vez pude convivir como una adulta con mis cuñados, sin la vigilancia de otros adultos (mis suegros), y como las niñas ya están grandes, se pudieron quedar solas con ellos; que también es justo, porque para un abuelo tiene que ser muy incomodo estar con sus nietos, bajo la sombra de sus papás siempre. Al fin y al cabo, todos estamos hechos de lo mismo, materia prima humana.
Pues en este viaje, me pude relajar. De ida paramos en Nueva York, y de regreso en Washington D.C. Dos ciudades distintas, cada una con su propio encanto.
Con la novedad de las elecciones presidenciales, Washington habla de política y derechos humanos con cada paso (dos de mis temas favoritos). A pesar de su congestión, Nueva York tiene un pulmón en "Central Park", y otro en las cafeterías y las calles de Greenwich Village y de Soho. Washington es una mezcla de lo que tiene de amplio, limpio y organizado Miami, con lo que tiene de rico e interesante Montreal. Nueva York fue residencia de Frida Kahlo, de Kati Marton, y de Uma Turman durante el rodaje de "Motherhood". En Nueva York viven Gretchen Rubin y Jeannette Walls. Por otro lado, quedarse en hoteles tiene la comodidad de dejar las camas sin tender, y encontrarlas "como por arte de magia" recién tendidas; jabones y aceites hierbales, y servicio de restaurante en la habitación.
La playa fue maravillosa; porque la playa es maravillosa y lo cura todo. Pero además, tuvimos la suerte de que hiciera mucho calor y de que el agua estuviera caliente, como el mar de Cartagena.
Todo eso estuvo muy bien; sin embargo, regresar a Montreal, es regresar a mi hogar. Para una mujer que no es aventurera, para un alma que encuentra su máximo alivio en lo conocido y familiar, el hogar es, como lo dijo Samuel Johnson, "el resultado final de todas mis ambiciones, el final al que tienden todas mis empresas y labores".
Con la novedad de las elecciones presidenciales, Washington habla de política y derechos humanos con cada paso (dos de mis temas favoritos). A pesar de su congestión, Nueva York tiene un pulmón en "Central Park", y otro en las cafeterías y las calles de Greenwich Village y de Soho. Washington es una mezcla de lo que tiene de amplio, limpio y organizado Miami, con lo que tiene de rico e interesante Montreal. Nueva York fue residencia de Frida Kahlo, de Kati Marton, y de Uma Turman durante el rodaje de "Motherhood". En Nueva York viven Gretchen Rubin y Jeannette Walls. Por otro lado, quedarse en hoteles tiene la comodidad de dejar las camas sin tender, y encontrarlas "como por arte de magia" recién tendidas; jabones y aceites hierbales, y servicio de restaurante en la habitación.
La playa fue maravillosa; porque la playa es maravillosa y lo cura todo. Pero además, tuvimos la suerte de que hiciera mucho calor y de que el agua estuviera caliente, como el mar de Cartagena.
Todo eso estuvo muy bien; sin embargo, regresar a Montreal, es regresar a mi hogar. Para una mujer que no es aventurera, para un alma que encuentra su máximo alivio en lo conocido y familiar, el hogar es, como lo dijo Samuel Johnson, "el resultado final de todas mis ambiciones, el final al que tienden todas mis empresas y labores".
We are home!